Es difícil explicar los porqués de muchas cosas, sin caer
fácilmente en ese hoyo profundo en el que no sabes cuán hondo es, ni tan solo
cómo será el fondo, ni si encontrarás obstáculos o las paredes te rozarán en la
caída.
Los miedos invaden de infortunios tu cabeza y es complejo
tener claras las visiones, para entrar en aventuras que replanteen las cosas
que tu ya has dado por resueltas o archivadas, aunque no recuerdes por qué
llegaste a cargarte de razones para darlas por conclusas.
Es
fatigoso buscar de nuevo caminos, desbrozarlos y ponerlos en orden suficiente,
para que sin olvidar nada de lo que haya sucedido, pases página y renueves
lazos con quien resulta difícil volverlos a tener.
Aunque a veces, a pesar de tener cielos despejados,
temperaturas excelentes y caminos libres de obstáculos, sin saber el motivo,
descubres que la distancia y el tiempo sin comunicarnos, han convertido el
camino entre uno y otro en lejanos trayectos que si lo intentas y los transitas
no son ni tan lejanos ni tan difíciles.
Hay muchos supuestos, tortuosos recorridos (o no), largas
distancias (o no), que impiden que nuestros pasos transiten sin temores, tan
solo porque los miedos nos paralizan, escondidos de falsas resistencias fruto
de temores infundados (o no), o de miedos enfundados de dudas.
¿Por qué dejamos de hablarnos?... no sé. Es probable que
la razón tenga razones nada razonables que nos hagan perder la razón.
Publicado en http://porquenosdejamosdehablar.blogspot.com.es/
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