Ha habido pocas noticias suyas desde hace semanas. Es el final de trayecto de un año repleto de confusas explicaciones y mensajes cortos de los de “¡todo va bien, papá!”.
Es difícil vivir lejos de tus hijos. Aquellos que has protegido con tu vida y tus cuidados. Ya se sabe, necesitan de tu cariño y protección aunque no lo sepan durante toda su vida, aunque dejan de ser vulnerables de pronto, y te das cuenta que son “tú mismo a su edad”.
Y te pasan por la cabeza desde las situaciones mas felices, las mas simpáticas, sus frases mas célebres o los momentos de angustia que sufriste junto a tu mujer cuando se atragantó con una aceituna, o se rompió un diente cayendo por la escalera.
De pronto, van creciendo, estudian, les dan un trabajo en la ciudad y los pierdes de vista.
Y te queda ese tremendo vacío en el estómago pensando en qué estarán haciendo en ese momento.
Mi mujer, tiene ese instinto de madre que le impide estar tranquila, ni siquiera simularlo y, claro, sus preguntas flotan sin decirlo y con sólo cruzando tu mirada con la suya. “estará bien?, seguro que no come bien! Se seguirá tomando la leche?, que amigos debe tener? A saber en que ambientes estará!...
Además queda ese dia desde hace un mes en el que nos prometió venir pero que le salió un inconveniente y no pudo.
Estoy soñando con ese abrazo que me dedica cuando llega y cuando se va. Ese abrazo largo e intenso en el que nuestra vida se siente amparada y sublimada por esa demostración de “estoy aquí, con vosotros, soy vuestro hijo”.
Pase lo que pase, cada Nochebuena, cada Navidad, nos reunimos todos, con la casa engalanada compartimos todo, lo bueno, lo malo, lo feliz, lo extraordinario de amar y sentirse amado, la sensación de la felicidad de volverte a ver y de recordar a quienes ya no están pero comparten contigo este momento.
Llama a la puerta. Mi mujer corre a mi lado. Abrimos la puerta… es nuestro hijo.
Un abrazo y Felices Fiestas.
1 comentario:
Tanto las partidas como las llegadas, cortas o largas, son parte de la familia.
Para estos momentos no hay preparación psicológica que valga...Sólo compartirlas con amor.
Un abrazo, hasta siempre.
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