28 agosto 2003

Nostalgia (Jaque)

Mirar el reloj, es a veces, muy, pero que muy instructivo. He dicho bien: INSTRUCTIVO. Resulta atrevido pensar que un aparato, cuyo hábito y al mismo tiempo vicio, consiste en contar el tiempo, puede llegar a ser instructivo.

Basta con pararse a pensar, mientras se observa la manecilla de los segundos, su ritmo exacto e ininmutable. Este paso firme e imparable, condiciona la manecilla de los minutos, que avanza con pasos si cabe mas firmes y precisos, pero siempre dependiendo del ritmo muchísimo mas veloz de la manecilla que realmente corre y marca el ritmo. Es curioso. La grande funciona, porque hay otra que corre por ella… vaya!… ya encontramos la primera muestra de lo que es ser “instructivo”.

La manecilla que nos queda por comentar, realmente es la que marca lo que se ha hecho, lo que se ha corrido, lo que se ha trabajado, para hacer posible, contar que sólo hay 12 que dependen de que la manecilla o la que manda entre la que corre menos y la que corre mas, haya marcado 720. Y no digamos la que corre mas, esta tiene que haber marcado al menos 43200, para hacer posible que la intermedia dependa de 720 y la que manda mas marque 12… Vaya, otro momento instructivo.

En cualquier caso, estamos ante algo extraordinariamente rutinario y aburrido, aunque la verdad es que va marcando el tiempo. Mas arriba de las horas, están los días y las semanas y los meses y los años y los… siempre hay alguien por encima, total, para ir explicando que cada vez menos dependen de que no deje de correr esa agujita de los segundos.

Es toda una lección, saber que para que uno ande unos pasos, otros deben trabajar de lo lindo y andar deprisa para que eso sea posible.

Y esto conlleva el hecho de que cuando eres espectador de todo esto, por un momento te da la impresión que no va contigo. Que tu estás sólo de observador, y que todo lo que ocurre les ocurre a los demás.

Hay un momento sin embargo, que comprendes que de un modo u otro estás atrapado en el tiempo. Es en ese preciso instante, cuando te das cuenta que no es cierto que no vaya contigo, y empiezas a recordar cosas que has hecho, y refugiar buena parte de tu tiempo en los recuerdos, intentando que no te superen, y ser proclive a correr mas que el tiempo que pasa inexorablemente cada segundo, con paso firme, para añadir mas cosas en tu haber.

De hecho recuerdas con cierta nostalgia, aquellos momentos en los que no discernías ni pensabas que cada cosa que no haces, ya no la harás al menos en ese momento, y que no tienes todo el tiempo, para dejar para mas adelante aquello que debes hacer cuando toca.

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